El libro de Isaías

lunes, mayo 12, 2008

Luisa Ballesteros Rosas


Pluma de colibrí, Memoria del olvido, Diamantes de la noche y Pies de sombra, son los cuatro libros de poesía escritos por Luisa Ballesteros entre finales y comienzos de siglo, luego de haber pasado por la academia y de haber publicado un muy interesante volumen sobre la mujer escritora en la sociedad latinoamericana. Cuando ella pasa a la edición de su poesía, que escribe desde joven, posee ya un lenguaje configurado y a la medida de sus pensamientos y reflexiones (su doctorado en París lo hace sobre literatura y civilización latinoamericanas). Por eso, sus sentires y quereres, es decir, sus pasiones y sus metas vocacionales, se van a proyectar en estas páginas que sintetizan lo mejor de sus cuatro incursiones en la poesía.
La historia atraviesa siempre sus versos. Desde la historia del continente latinoamericano, aprendida en Boavita, su pueblo natal en Colombia, frente a las montañas andinas, o reconocida en los textos bibliográficos que han prolongado la memoria de unos ancestros indígenas o españoles, hasta una historia personal íntima que se va tomando el libro a partir de las huellas que han dejado los viajes de la autora por tantos caminos recorridos en el mundo de acá y de allá, como diría Alejo Carpentier. Esa historia íntima corre pareja al vuelo del colibrí andino o al sobresalto que padece la autora cada vez que se enfrenta con la naturaleza americana, o con la inmensidad del universo cósmico. Se sueña en la intimidad de la ciudad y se sobrecoge en la profundidad del universo, donde los astros actúan en una escena de claridad o de penumbra, de luz y de sombra. Somos vuelo de colibrí y pies de sombra, somos diamantes de la noche y memorias del olvido, somos el amanecer del Inti y somos, un poco más tarde, unas ruinas ambulantes, como lo siente, vive y expresa Luisa Ballesteros.
En esa historia íntima que va construyendo a partir de sus escenarios personales, la autora consigue una solución poética admirable cuando describe los espacios urbanos del París y la Europa mediterránea que llegó a colonizar hace muchos años. Y se disuelve con belleza en la abstracción, sin territorios definidos, en otros poemas, como cuando escribe “Avidez”, “Sueño rojo”, “Ola desnuda”, “Ángel azul”, y otros más.
Pero una de las cosas que más atrae en esta poesía de Luisa es la forma escritural de acercarse a los objetos, a los paisajes, a las formas humanas. Entre la descripción y la reflexión coloca un lente que trasmite sensaciones especiales, fáciles de comprender en poemas como “La fiesta de las olas”, “Fuga”, “Soñar”, “Nube de París”, “Memoria del olvido”, “Día de invierno”, “Pies de sombra” y tantos otros, sensaciones que le advierten al lector de la existencia de un mundo que, aunque lo haya vivido mucho tiempo, sólo ahora lo encuentra verdadero.
Del vuelo transparente del colibrí, pasando por las versiones de la Luna que nos enfría o nos quema, este libro nos interna por días que han abandonado la luz para dejarnos en el umbral de una sombra interrogadora. Así, la pasión de quien abre los ojos para luego entrar en el sosiego de los ojos cerrados, tratando de memorizar, con colores inventados, los olvidos que la memoria abatirá.
(Publicado como prólogo del libro de Luisa Ballesteros, Pies de sombra, Tunja, 2007).

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